El asma y la obesidad son dos trastornos de gran impacto en la salud pública y cuya prevalencia ha aumentado en los últimos años. Numerosos estudios han relacionado ambas entidades, aunque la naturaleza exacta de esta asociación aún no se ha aclarado por completo. En general, los estudios prospectivos encuentran una asociación positiva entre el índice de masa corporal y el posterior desarrollo de asma, sugiriendo que la obesidad es capaz de aumentar la prevalencia, la incidencia y la gravedad del asma, mientras que la pérdida de peso mejora su evolución. Por ello, el tratamiento de los asmáticos obesos debe incluir un programa de control de peso.
Distintos factores explicarían esta asociación: la obesidad es capaz de reducir los volúmenes pulmonares y el diámetro de de las vías respiratorias periféricas, así como alterar la relación ventilación-perfusión. Además, el aumento del funcionamiento normal del tejido adiposo en sujetos obesos conduciría a un estado proinflamatorio sistémico, con aumento de concentraciones séricas de distintos mediadores.
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