La comunidad de microorganismos que comparte nuestro espacio corporal se denomina microbioma. Su composición va paralela al crecimiento del huésped y al desarrollo inmune en los primeros años de vida. Gracias a las técnicas moleculares de identificación microbiológica, sabemos que el pulmón del paciente asmático presenta una disbiosis bacteriana caracterizada por un aumento de los phyla Proteobacteria (Haemophilus, Klebsiella, Neisseria y Moraxella spp), Firmicutes (Streptococcus spp) y Actinobacteria, y una disminución de especies de Veillonella, Faecalibacterium, Lachnospira y Rothia. La interacción inmune entre la mucosa del pulmón y del intestino es esencial para mantener una microbiota normal. Estudios recientes indican que la microbiota pulmonar entre fenotipos eosinofílicos y neutrofílicos difiere, lo que puede ayudar a plantear nuevas dianas terapéuticas en el asma grave. La utilización de prebióticos o probióticos, macrólidos o trasplante fecal, capaces de alterar la población microbiana, todavía no ha demostrado su beneficio en la prevención o el tratamiento del asma.
La información de esta página web está dirigida exclusivamente al profesional sanitario apto para prescribir o dispensar medicamentos, por lo que se requiere una formación especializada para su correcta interpretación.