Las guías de práctica clínica sobre el manejo del asma recomiendan, de forma global, una estrategia terapéutica escalonada para alcanzar y mantener el control de la enfermedad: cuando el asma no está controlada, la dosis y/o el número de fármacos deben incrementarse. Este aumento del tratamiento debe tener en cuenta, además, los efectos secundarios a corto y largo plazo de los fármacos empleados y las preferencias, habilidades y expectativas de los pacientes. En la población general, esa estrategia parece fácil de implementar, pero en la práctica clínica diaria, ante casos concretos en que debe elegirse entre distintas opciones terapéuticas, surgen dificultades a la hora de decidir qué elección es la más adecuada para cada paciente.
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