En 1634, Van Helmont, del que me ocupé en los dos artículos precedentes, fue acusado de ser seguidor de Paracelso y de pretender «viciar la Naturaleza con la colaboración de las fuerzas diabólicas». En 1621 publicó De magnetica vulnerum curatione (Sobre la cura magnética de las heridas), y la Facultad de Medicina de Lovaina lo prohibió al calificarlo de «monstruoso panfleto». Defendía la cura de las heridas aplicando espadas impregnadas con una receta paracelsista que incluía moho de calavera de ahorcado. Como la obra estaba destinada a atacar las opiniones de un famoso jesuita, la Inquisición prohibió su difusión.
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