La atopia, definida como la predisposición genética a desarrollar IgE específica frente a alérgenos comunes, es aceptada como un factor de riesgo para el desarrollo de rinitis y asma. Sin embargo, el uso de la sensibilización alérgica como una variable dicotómica simple puede ser una reducción excesiva que impida valorar adecuadamente su protagonismo como inductor de la enfermedad respiratoria alérgica, que puede aclararse mediante el estudio diferenciado de los distintos fenotipos atópicos.
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