Aunque la espirometría continúa siendo la prueba diagnóstica de primera elección en el asma, no es excepcional advertir una disociación entre los valores espirométricos y los síntomas asmáticos, la calidad de vida y la inflamación central o periférica de las vías respiratorias, y parece evidente que la espirometría convencional, por sí sola, no aporta los datos necesarios para evaluar la gravedad y el control del asma. Por ello, en los últimos años se han desarrollado diversas técnicas radiológicas y de cuantificación del componente inflamatorio, que permiten completar la valoración del paciente asmático y han posibilitado una mejor medición de la afectación de la vía aérea pequeña (VAP).
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